Más allá de los aforos limitados: ventilación, filtración del aire y actividades en la calle para frenar los contagios por coronavirus

Colaboración con eldiario.es.

Terrazas

Múltiples expertos en epidemiología y en aerosoles alrededor del mundo llevan meses reclamando a los gobiernos medidas más contundentes a la hora de incentivar las actividades al aire libre y fomentar la ventilación y la filtración de aire de espacios cerrados. En ese sentido, Alemania ha sido uno de los últimos países en apostar más por esta última estrategia. El gobierno alemán ha añadido recientemente a sus directrices generales para frenar los contagios de coronavirus (distancia de seguridad, higiene y mascarillas de uso diario)  la ventilación y la aplicación ‘Corona Warning App’ para detectar contactos estrechos con infectados. Según las recomendaciones de dicho gobierno: «Una ventilación de choque habitual de todos los espacios cerrados públicos y privados puede reducir significativamente el riesgo de contagio» y que las directrices deben cumplirse «especialmente en la temporada de frío con tasas de infección en aumento».

Otros países o ciudades se han enfrentado a la pandemia apostando con fuerza por las actividades al aire libre. En Dinamarca y Noruega, por ejemplo, han reforzado la realización de clases en el exterior, algo que ya tenían incorporado a su cultura desde hace décadas. Nueva York es uno de los ejemplos más llamativos por su actuación decidida a favor de los espacios abiertos. Pese a ser uno de los lugares más castigados del mundo en la primera ola de coronavirus durante marzo-abril, ha mantenido los contagios bajo mínimos hasta ahora.

Entre los factores que parecen determinar su éxito presente en la pandemia se encuentran el refuerzo de los rastreadores (30 profesionales por cada 100.000 habitantes), la realización intensa de pruebas PCRs y su apuesta ‘radical’ por las actividades al aire libre. Durante meses, en Nueva York los cines, las discotecas y los gimnasios se han mantenido cerrados. Además, comer en el interior de bares y restaurantes estuvo prohibido hasta el 30 de septiembre, cuando se volvió a permitir, aunque con el aforo limitado al 25%. La gran ciudad se transformó para que la vida diaria tuviera lugar, lo máximo posible, en el exterior. Para ello, se cortaron calles al tráfico con el fin de favorecer la actividad física y multitud de actividades se desplazaron al exterior: exposiciones de arte y fotografía, clases de baile, monólogos, conciertos… incluso los peluqueros y los veterinarios salieron afuera para desempeñar su labor. También se tomaron una serie de medidas para fomentar la educación de los niños en el exterior.

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