Colaboración con Investigación y Ciencia.
La enfermedad de las arterias coronarias (EAC) es la primera causa de muerte en el mundo. Esta dolencia, que evoluciona sin síntomas durante años, puede terminarse manifestándose como angina de pecho o infarto de miocardio. Cuando el daño al corazón es grave provoca, además, insuficiencia cardíaca y la muerte. Se estima que en torno a 18 millones de personas mueren cada año como consecuencia de esta enfermedad.
LA EAC está provocada en la amplia mayoría de los casos por un complejo proceso denominado aterosclerosis: una acumulación lenta y progresiva de colesterol y otros lípidos, junto a diversas moléculas y células espumosas, en la pared de los diminutos vasos sanguíneos que nutren el corazón (las arterias coronarias). Con el tiempo, las placas ateroscleróticas y los coágulos sanguíneos terminan por bloquear el flujo de sangre y el corazón sufre daños por el déficit de oxígeno y nutrientes.
Tanto factores ambientales como genéticos están involucrados en la EAC. Gracias a estudios familiares, de gemelos y de asociación de genoma completo, se estima que la genética predispone en un 40-60 % de los casos a sufrir una EAC a lo largo de la vida. En la actualidad, se han documentado en torno a 60 variantes genéticas que se asocian de forma robusta con esta dolencia, aunque la mayoría de ellas tiene un efecto modesto de forma individual.
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