Colaboración con eldiario.es.
Una de las principales bazas para luchar contra el virus SARS-CoV-2 en esta pandemia es la realización extensa de tests en la población. Conocer la magnitud de la pandemia, saber quiénes pueden estar contagiados por coronavirus y quiénes pueden haber pasado ya la COVID-19 es vital para orientar las decisiones de las autoridades sanitarias en un terreno repleto de incertidumbres.
La prueba PCR es, hasta ahora, la técnica más fiable para saber si una persona está infectada por coronavirus. Los gobiernos y autoridades sanitarias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han apostado por ella como el eje central para conocer la extensión de la COVID-19. No obstante, esta herramienta diagnóstica tiene una gran desventaja: necesita horas para realizarse y requiere de personal y laboratorios especializados, además de ciertos materiales que son escasos en España.
Si lo que se busca es analizar a un gran número de personas y hacerlo rápido, la PCR no es la mejor opción. Este es el terreno idóneo para los llamados tests rápidos que, a pesar de ser menos fiables, permiten acelerar considerablemente el proceso y obtener resultados en minutos. Así, en teoría, con los test de antígenos podemos saber rápidamente si alguien está infectado por coronavirus y con los tests de anticuerpos podemos saber si alguien ha pasado la infección o si está en plena infección, pero ya ha generado anticuerpos.
Seguir leyendo en: El gran fiasco internacional de los tests rápidos de COVID-19: muchos apenas son fiables