Colaboración con Hipertextual.
Hace unas semanas, en una entrevista publicada en El Mundo con el nada alarmista titular «Rossend Doménech: La mayoría de los alimentos están envenenados y provocan una muerte lenta», el citado periodista afirmaba lo siguiente:
Pregunta: En su libro asegura que los médicos están observando que los cadáveres humanos ahora tardan mucho en descomponerse. ¿A qué se debe?
Respuesta: Es un fenómeno nuevo que me han comentado varios médicos y que aún están estudiando. Están analizando cadáveres y lo que encuentran es que están llenos de antibióticos, de conservantes… ¿De dónde sale todo eso? La conclusión es que todo eso viene de la cantidad de antibióticos y conservantes que ingerimos a través de los alimentos que comemos.
La idea que defiende Doménech no es, ni mucho menos, reciente. Desde hace más de una década, circulan por Internet declaraciones similares en las que se asegura que ahora los cadáveres humanos se descomponen a una velocidad mucho menor en las morgues y que los forenses están siendo testigos de este peculiar fenómeno. La supuesta causa que explicaría esta lenta descomposición sería el consumo de conservantes y antibióticos a través de los alimentos que permanecen en el cuerpo humano. ¿Qué hay de cierto en esta llamativa idea? Absolutamente nada.
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