El estigma de la transparencia: de la «gripe española» a la variante ómicron sudafricana

Colaboración con eldiario.es.

Mascarilla

La letal pandemia de gripe de 1918-1920, que provocó la muerte de entre 17 y 100 millones de personas en todo el mundo, se ha convertido en un suceso histórico con muchas semejanzas con la actual pandemia de COVID-19. En aquella época también surgieron protestas en contra del uso de las mascarillas, hubo muchas prisas por volver a la normalidad en multitud de regiones tras la primera ola y no faltaron las diversas teorías de la conspiración sobre quiénes habían sido los responsables de su expansión (una culpa que, en muchos casos, se llevaban injustificadamente los alemanes).

Otra faceta de la gripe de 1918 que nos recuerda cómo se repiten los mismos errores del pasado a lo largo del tiempo está en el mismo nombre que recibió: «la gripe española». Aunque aún hoy sigue siendo un enigma dónde se originó el virus responsable de la pandemia, todas las evidencias apuntan a que España no tuvo nada que ver con ello. Cuando nuestro país empezó a sufrir los estragos del letal virus, este ya se había extendido por medio mundo por el movimiento de las tropas militares durante la Primera Guerra Mundial.

¿Por qué entonces se quedó con el nombre de «gripe española»? Porque España, a diferencia de otros muchos países, informó con transparencia sobre las enfermedades y muertes que provocó el virus en su población, ya que se mantuvo neutral en la gran guerra. Las otras naciones, enfrascadas en la contienda bélica, censuraban las noticias sobre cómo impactaba la gripe en sus territorios, para no dar información sensible a los enemigos.

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